¿Por qué es importante la música?
por Sydney d'Agvilo
Lo primero que llama la atención en la pregunta de ¿Por qué es importante la música? es
que es una cuestión que no suele plantearse con el resto de las artes
ni de las ciencias. Asi, nadie suele oír la pregunta de por qué es
importante la danza, la pintura, la matemática, la historia o esa
infinidad de nuevas asignaturas arbitrarias y de curiosos nombres que
pueblan los sistemas educativos actuales. Quizá sea porque todo el mundo
tiene una idea más o menos formada de la relevancia de estas
disciplinas, para bien o para mal. Sin embargo, en el caso de la música
esta idea debe faltar, y lo cierto es que todo el mundo, incluidos los
músicos, se quedan mudos de repente, y hasta petrificados, en cuanto se
plantea esta cuestión. Algún secreto intuido o alguna clave extraña se
esconde, pues, establecida desde tiempos inmemoriales, nos indica
claramente que estamos ante una disciplina única, distinta al resto,
fuera de lo común, extraordinaria, que posee un rango epistemológico de
orden superior por derecho propio y al margen del resto de las artes y
ciencias.
¿Por qué es importante el Universo?
Si alguien nos hiciera esta pregunta no sabríamos qué contestar.
Podemos establecer un orden de prelación entre cosas contingentes, pero
no entre cosas necesarias. El Universo no es que sea importante, es que
sin su existencia no sería posible la nuestra. Pues bien, lo mismo puede
decirse de la música, puesto que como sabían los griegos, el origen del
Universo es musical. De acuerdo con la Teoría Interválica, la Física de
Particulas es una rama de la Música, algo que los más sagaces
investigadores físicos ya han empezado a vislumbrar. Por consiguiente,
la música no es que sea importante, sino que sin su existencia lo que no
existiría sería el propio Universo. Ante tal apotegma, la pregunta en
sí deviene absurda y se desvanece como el éter en el aire. De manera que
no tiene sentido preguntarnos por la importancia del Universo o de la
música, pero lo que sí podemos y debemos hacer es intentar conocerlos lo
más posible, ya que la vida - de la que somos una dulce parte - no es
sino un corolario suyo.
Podemos
afirmar, sin exagerar ni un ápice, que el estudio completo de la música
abarca todas las grandes áreas del conocimiento humano, y que la
práctica musical incorpora todas las funciones y registros de la psique
humana. En ambos casos todavía se añade a tan colosal integración la
inteligencia y la percepción genuinamente musicales, lo que nos da el
más vasto fresco de la conciencia humana en acción jamás alcanzado por
actividad alguna. Quien estudia la música y toca un instrumento ya está
trabajando y desarrollando todos los tipos de inteligencia humana, y todos los tipos de actividad psíquica, o dicho de otro modo, todas las funciones del alma. Es
absolutamente asombroso que puede existir una actividad así, que
moviliza y lleva a sus límites todas las capacidades del ser humano. Tal
bendición existe: se llama música. Lo único
verdaderamente incomprensible acerca de las ilimitadas bondades de la
música en la sociedad actual es su desconocimiento.
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